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Ciclo C Domingo XIX del Tiempo Ordinario «Estén preparados»

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2 Ciclo C Domingo XIX del Tiempo Ordinario «Estén preparados»

3 6 Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados. 7 Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; 8 porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti. 9 Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres. Palabra de Dios Te alabamos Señor Primera Lectura - Sabiduría 18, 6-9

4 El libro de la Sabiduría es probablemente el último del Antiguo Testamento. Escrito en griego, pensado en hebreo, perfumado de universalismo. El espíritu de Dios lo abarca todo y lo penetra todo. En todo hay un orden, una «sabiduría». La Sabiduría divina -la única que en realidad existe- se ha manifestado y se manifiesta, por encima de la creación, en la historia del pueblo de Israel. «Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti»

5 Las andanzas de este pueblo, son objeto de reflexión a modo de homilía, nacida de la contemplación. Con los ánimos levantados, los israelitas se disponen a salir. Aunque por caminos extraños -llenos de acierto y sabiduría- la promesa de Dios, hecha a los padres, recibe su más perfecto cumplimiento. La fe en el Señor no falla nunca. Es sabio fiarse de la sabia fidelidad del Señor.

6 La acción liberadora de Dios sorprende por la doble vertiente. Una espada de doble filo. Salva a unos y castiga a otros. Los esclavos entonan himnos; las unidades del Faraón se disuelven aterradas. Los «siervos» hablan de libertad; los opresores son oprimidos. La Sabiduría es orden y acierto.

7 La Sabiduría de Dios se encarnará en Cristo. En Cristo nos reserva nuevas sorpresas y esperanzas, nueva Salvación.

8 1 Aclamen, justos, al Señor; es propio de los buenos alabarlo. 12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! 18 Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, 19 para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. 20 Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. 21 Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre. 22 Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. Salmo Salmo 33 (32) 1, 12, 18-22

9 Salmo de alabanza. Dichoso es aquél que tiene la dicha, aquél que ha alcanzado la dicha. Dicha es poseer un bien. La dicha suprema es poseer el bien supremo. El bien supremo es Dios. Poseer a Dios, pertenecer a Dios, es la dicha suprema:... libra las vidas de la muerte. «Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad»

10 La esperanza se apoya en la promesa de Dios. A Dios alabamos, en Dios esperamos y a Dios pedimos. La elección ha sido realizada en Cristo. En Cristo alabamos, en Cristo esperamos. Pues la Promesa de Dios se ha verificado en Cristo. Somos de Dios y le pertenecemos. La dicha infunde júbilo. El júbilo, canto. La canción del júbilo es la alabanza.

11 1 Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. 2 Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. 8 Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. 9 Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. 10 Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 12 Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Segunda Lectura - Hebreos 11, 1-2. 8-19

12 13 Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. 14 Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; 15 y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. 16 Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad. 17 Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, 18 a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. 19 Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo. Palabra de DiosTe alabamos Señor

13 El capítulo 11 es una «alabanza de la fe mediante ejemplos bíblicos». Es la alabanza que insta al seguimiento. Las palabras mueven, decimos; los ejemplos arrastran. Eso es, más o menos, lo que pretende el autor. La fe de los grandes hombres de Israel. Hombres que alcanzaron por su fe la aceptación de Dios. Sigámosles. «Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios»

14 Por la fe nos unimos estrechamente al que lo ha prometido y esperado Por la fe poseemos ya de forma misteriosa. La fe es garantía y es prenda. Por la fe sabemos y vemos cosas que no se ven. Por la fe estamos ya en la línea de la posesión y de la visión. La fe, viene a decir el autor, es garantía de las cosas que se esperan. En otras palabras, la fe es posesión, en parte, de las cosas que se esperan, comienzo de posesión. Dios ha prometido. Lo proclama toda la «historia de la salvación».

15 Mostró sobre todo su fe en Dios -fe contra toda esperanza- en la disposición a sacrificar a su hijo, de quien se había dicho que iban a surgir numerosas generaciones. Como Abraham, los otros patriarcas. Todos ellos apuntaban al Acontecimiento, Cristo. Abraham dio grandes muestras de fe al dejar su tierra y al dirigirse, de la mano de Dios, a la tierra que se le había prometido. También dio hermosa prueba de fe al aceptar, ya en sus sueños, la promesa de un hijo.

16 39 Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. 40 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada». 32 No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. 33 Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. 34 Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. 35 Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. 36 Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. 37 ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. 38 ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Lectura del Santo Evangelio Lucas 12, 32-48

17 48 Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más. 41 Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?». 42 El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? 43 ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! 44 Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 45 Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, 46 su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. 47 El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

18 El grupo que sigue a Jesús es pequeño, en valor y en fuerza, pero Dios ha hecho grande aquella pequeñez. Dios los ha elegido para sí, los ha tomado bajo su protección y les ha concedido el Reino. Son su Rebaño. La grandeza no radica en su propio valor, sino en la mano de Dios que los sostiene. Su fuerza es la fuerza de Dios y su misión la de Dios mismo. No hay por qué temer. «Estén preparados»

19 Hay que ser pequeño para ser grande. Hay que renunciar para poseer. Hay que ser pobre para ser rico. Hay que distribuir para cosechar, dar para recoger. La dedicación al Reino es una dedicación entera. De cuerpo y alma. Los bienes materiales, los afanes de este mundo, el amontonamiento de haberes, que constituye la «grandeza» de los hombres, son obstáculos para la auténtica grandeza.

20 Todos somos administradores de los bienes del Señor y siervos unos de los otros y todos, de una forma o de otra, hemos de dar cuenta de nuestra administración. El discípulo, el cristiano, no debe cifrar su felicidad, su tesoro, en las cosas de este mundo. Seguro de poseer algo más grande, inmensamente más grande, coloca su corazón, su tesoro, en Dios. La limosna, la asistencia cordial al necesitado, está engrosando el caudal en el cielo. En Dios se encuentra el auténtico Tesoro. Allí están los bienes que no pasan, que no se apolillan, que no desaparecen. Son los bienes que valen. Pobre de aquél que entierra aquí su corazón. Se ha convertido en tierra; se pudrirá con ella.

21 El cristiano está en espera de la gran revelación que puede acaecer en cualquier momento. Él vendrá para juzgar a cada uno conforme a sus obras, conforme al amor vivido con sus semejantes ( Mt 25,31ss). Y quien espera en el Señor se mantiene vigilante.

22 Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

23 YO QUIERO TU TESORO, SEÑOR Si por lo que sea, prefiero el hierro al oro, hazme recuperar el sentido común de las cosas. Que te ame por encima de todo. Que te espere más aquello de lo que yo veo y toco. Que vigile para que, si llamas de mañana o por la tarde, me encuentres despierto, anhelante, de pie interesado por todo lo tuyo. YO QUIERO TU TESORO, SEÑOR Frente a lo efímero, porque sé que es eterno. Frente a lo débil, porque sé que es fuerte. Frente a lo caduco, porque sé que es indestructible. Frente a lo presente que, hoy vive y mañana muere porque sé, que en Ti, Señor, está el futuro. Amén. P. Javier Leoz YO QUIERO TU TESORO, SEÑOR Sin verlo, creo que merece la pena porque, aun estando cerrado, sus destellos me dicen que me espera una gran sorpresa. Ayúdame, Señor, a descubrirlo: a estar preparado, en cuerpo y alma, para cuando Tú llegues sin anunciarlo a mirar en la dirección correcta sin miedo a que, otros dioses, me distraigan. YO QUIERO TU TESORO, SEÑOR Aunque no sea inmediato, aunque, su conquista, me cueste esfuerzo aunque, algunos, me digan que no merece la pena intentarlo.

24 Si deseas recibir el Evangelio del Domingo envía un correo a:siembraconmigo@gmail.com Con el título: “Suscripción a Siembra Sagrada” Servicio Gratuito con Fines Educativos


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